El sistema educativo actualmente presenta grandes obstáculos para mejorar
entre ellos se cuenta la resistencia de los actores primordiales, como lo
son los educadores, para adaptarse a los
cambios, y también la falta de políticas educativas eficaces que incorporen
herramientas adecuadas a las situaciones cognoscitivas y tecnológicas del
presente, aunque se incrementen los esfuerzos que realiza una minoría de
personas interesadas y motivadas al cambio y la transformación es precisa la
unificación de todos para que progresen realmente esos cambios positivos en el
ámbito educativo. Asimismo, la educación del futuro obliga a reflexionar sobre
los saberes que habitualmente son ignorados en los programas de estudios de la
actualidad, por tal razón se debe contar con actualizaciones necesarias en las
propuestas curriculares que se efectúan para los tiempos futuros.
Es de suma importancia tomar en consideración lo expuesto por el
sociólogo y antropólogo francés, Edgar Morín en su libro titulado “Los Siete
Saberes Necesarios para la Educación del Futuro”, donde hace un llamado al razonamiento de que es
necesario abrirnos a nuevas ideas, a nuevos pensamientos y a nuevas estrategias
para transmitir los conocimientos, en unión y dejar de aferrarnos a creer
ciegamente en las ideas ya admitidas y demostradas con años de antelación. En
nuestra opinión, estos siete saberes son primordiales para la educación del
futuro por lo cual deben estar presentes y en correspondencia con la sociedad y la cultura, manteniendo el respeto hacia sus propios
criterios.
1. Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión: En primer lugar el autor trata las
cegueras del conocimiento, señalando que
no existe conocimiento que no esté de alguna manera amenazado por el error y
por la ilusión; debido a que las percepciones son a su vez traducciones y
reconstrucciones cerebrales captadas por los sentidos, provocan una infinidad
de errores de percepción que provienen de nuestro sentido más fiable como lo es
la vista, aunado a ello se encuentra el error intelectual. Se puede llegar a
pensar que es posible lograr eliminar el margen de error evitando la
afectividad ya que los sentimientos pueden enceguecernos, sin embargo en el
mundo humano el desarrollo de la inteligencia y la afectividad son inseparables.
Por consiguiente, la primera e inevitable labor de la educación para afrontar
tal ceguera, debe ser la de instruir un conocimiento capaz de criticar el
propio conocimiento para lo cual, apela
a evitar la distorsión de la información que se da en nuestras mentes por las
ideas transmitidas y propias. De esta
manera, Morín concluye que si la primera tarea es la de enseñar un conocimiento
que forme a la humanidad para criticar el conocimiento; el objetivo primordial
de la educación del futuro será apropiar a cada uno de los educandos de la
capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del mismo, en un
contexto social de reflexibilidad, crítica y sobre todo, de convivencialidad
ideológica.
2. Los principios de un
conocimiento pertinente: En
relación al segundo de los saberes sobre la pertinencia del conocimiento el
autor exalta una dificultad que se ha ignorado durante un prolongado
periodo de tiempo, como lo es la necesidad de originar y promover un conocimiento que aborde los problemas globales
y una vez comprendidos y fundamentados extender en él los conocimientos
regionales y locales. Lo global más que el contexto, es el conjunto que
contiene partes diversas aliadas de manera organizacional. De esa manera, una
sociedad es más que un contexto, es un todo organizado del cual formamos parte
nosotros.
En cuanto al pensamiento complejo Morín, hace conocer que este tipo de
pensamiento no soluciona en si mismo los problemas pero constituye una ayuda
para las estrategias que si lo harán. Lo simple resuelve problemas simples y en
la educación no hay nada de simplicidad, sobre todo en Venezuela que después de
décadas de cambios y adaptaciones de currículos e ideologías importadas todavía
hay un vacío en lograr verdaderas políticas que sustenten una educación
adecuada a nuestras necesidades, a las nuevas tecnologías y a los cambios
sociales a los cuales las nuevas generaciones deben estar preparados. Además,
resalta la misión que tenemos en lograr desarrollar la inteligencia general
para resolver problemas usando el conocimiento de una manera multidimensional
tomando en cuenta la complejidad.
3. Enseñar la condición humana: Morín considera como base fundamental para la educación del futuro
una enseñanza universal concentrada en la condición humana; visto el ser
humano como sujeto biológico, físico, psíquico, social, cultural e histórico,
único y la vez individual, y es precisamente por esta complejidad de la
naturaleza humana, que no puede estar desintegrado de la enseñanza. Existe la
unidad humana y la diversidad humana al mismo tiempo, nuestra identidad
individual asociada a nuestra identidad como especie y a la identidad social
conforman un trinomio propio de lo que es la humanidad.
Debemos razonar que nuestro destino tiene la apariencia del destino de la
especie humana, el destino individual y el social son complejos e inseparables,
comunes como ciudadanos de la tierra. Estas aclaraciones nos hacen saber que
cualquier acción que apliquemos para resolver un problema o la toma de decisión
para solventar una necesidad individual se verá reflejado en otros individuos y
por más que intentemos no alterar la vida de los otros ciudadanos es imposible
el no hacerlo, ya que somos parte de este todo y aunque nuestra acción sea
positiva o negativa será necesariamente reflejada en otros.
4.-Enseñar la identidad
terrenal: aunque vivimos en
la época de las telecomunicaciones, de la información, de la Internet, estamos
sumergidos en el laberinto del mundo, y las incontables informaciones a las que tenemos acceso, en lugar de
facilitarnos la comprensión del universo, ahogan nuestras posibilidades de comprenderlo
mejor. Ahora bien, según Morín, la exigencia de lo que él ha llamado la “era
planetaria” es pensar de manera global. Se hace necesario, imaginar el
mundo tanto desde el punto de vista de lo que lo une, como de lo que lo
diferencia; un pensamiento que sea consciente tanto de la unidad como de la
diversidad humana, que se nutra de las
culturas del mundo.
Educar para este pensamiento de unidad global es la finalidad de la
educación del futuro en la búsqueda de la identidad y la conciencia terrenal plantea Edgar Morín.
Puesto que si consideramos la gran variedad de lenguas, culturas y religiones
que existen en el mundo actualmente veremos que la riqueza de la humanidad está
en su diversidad y que lo que ahora conocemos como “la mundialización” que es
un proceso de unificación de conciencias y pensamientos busca alcanzar una
noción más amplia del desarrollo no solo material sino también intelectual, afectivo y moral. Enseñar la identidad terrenal a través de la
educación, plantea el autor que consiste en vislumbrar la posible creación de una “ciudadanía
terrestre” donde la identidad de
todos se conjugue en los principios de solidaridad y responsabilidad
entre todos los seres humanos. Por esto, la toma de conciencia se ha vuelto
urgente y primordial, es vital una transformación del pensamiento que produzca
como consecuencia directa la unión planetaria, que nos enseñe a vivir,
compartir y comunicarnos como habitantes todos del mismo planeta.
Todo ser humano, debe dirigir su
vida buscando un equilibrio entre su pasado donde encuentra su identidad, su
presente donde afirma sus necesidades y un futuro hacia donde proyecta sus
aspiraciones y sus esfuerzos, para así comprender y aplicar el concepto de «simbiosofía» o sabiduría de vivir unidos; donde
cada ser humano cultive en sí mismo una identidad que conjugue lo familiar, lo regional, lo étnico,
lo nacional, lo religioso, etc; es decir, una identidad que le permita salvar
tanto la unidad como la diversidad humana y que nos conduzca a una solidaridad
y a una consideración recíproca del uno para el otro, de todos para todos.
5.-Enfrentar las incertidumbres: las sociedades creen que la prolongación de sus modelos se producirá de
forma natural, nuestros antepasados creyeron que el futuro se adecuaría a sus
creencias; sin embargo, actualmente hemos visto que el futuro es
impredecible. Hay que aprender a enfrentar la incertidumbre puesto que vivimos
una época donde los valores son ambiguos, donde todo está ligado. Es por eso
que la educación del futuro debe hacer énfasis en aclarar las incertidumbres
ligadas al conocimiento. Tantos problemas que asedian a la humanidad en
nuestros tiempos hacen pensar que el mundo no sólo está en crisis, sino más bien en un estado violento donde se
enfrentan las fuerzas de muerte y las fuerzas de vida. Aunque solidarios, los
humanos siguen siendo enemigos entre sí y el desencadenamiento de odios entre
razas, religiones, ideologías siempre acarrea guerras, masacres, torturas, odios
y desprecios. Aún no sabemos si sólo se trata de la agonía de un viejo mundo
que anuncia un nuevo nacimiento o de una agonía mortal.
Pero la incertidumbre no es sólo
sobre el futuro. Existe también la incertidumbre sobre la validez del
conocimiento, y la incertidumbre derivada de nuestras propias decisiones de
allí que se plantea una educación que nos ayude a enfrentar las incertidumbres,
pues si bien es cierto que nos hemos educado aceptablemente bien para enfrentar
lo seguro nuestra educación para la incertidumbre es deficiente.
6.- Enseñar la comprensión: El
mundo está incomprensible, los hechos y sucesos que ocurren día a día no se
logran entender, pero esto tiene una base, puesto que el problema de la
incomprensión se ha vuelto sumamente importante para la humanidad se debe afianzar la enseñanza de la razón; si
bien es cierto que el mundo se comunica por todas las vías posibles hay que tomar en cuenta que la comunicación no
siempre da la comprensión, es allí donde la educación como base
fundamental juega un papel
importante en su sentido espiritual; esta
comprensión puede darse de dos formas:
interpersonal, (directa en el individuo) e intergrupal, (entre individuos) con
el fin único de lograr lo que Morin ha descrito como una “comprensión planetaria”. Tomando en cuenta que esta se ve afectada
por una diversidad de dificultades externas, tales como, el egocentrismo, el sociocentrismo
y etnocentrismo se hacen sentir de forma directa al calificar y no autocriticar,
juzgar antes de permitirnos comprender, y más específicamente es notable en el
hecho de reducir un todo a un solo elemento es un acto que se vive día tras día,
pues tengamos en cuenta que si no comprendemos nuestra realidad jamás se puede
comprender a los demás, la incomprensión rompe con lazos de familia, amistad relaciones
laborales; la sociedad se ha vuelto tan insensible que no comprende las
necesidades de los demás sin tomar en cuenta que la incomprensión produce
embrutecimiento.
Si vemos la parte ética de la comprensión, esta debe ser apreciada como
un “deber ser”, sin embargo, quien comprende no debe esperar ser comprendido,
es algo como comprender lo incomprensible, su ética pide justificar en vez de
juzgar, es curioso esto, pues si realmente así fuese entonces vamos encaminados
a lo que es la humanización en las relaciones humanas. La comprensión favorece
el bien pensar y la introspección, este análisis debe ser tanto interno como
externo.
Para alcanzar la reforma
planetaria, el escritor plantea que “la comprensión es a la vez medio y fin de
la comunicación humana” siendo entonces
fundamental el papel que desarrolla la educación en la comprensión ese debe ser el objetivo primordial de la educación
del futuro.
7.- La ética del género humano:
Dentro del género humano se puede apreciar la triada: individuo- sociedad-
especie; es decir uno compone y depende del otro, siguiendo así pues nuestra
conciencia y espíritu humano; el circulo existente individuo y sociedad en
democracia pueden auxiliarse, desplegarse, disciplinarse y examinarse, puesto
que la sociedad produce la democracia que a su vez produce los ciudadanos, la
democracia necesita pluralidades y contrariedades, debido a que es un régimen
complejo de organizaciones y civilizaciones políticas que sustenta y se nutre
del espíritu autónomo de los personas y
de conflictos que le dan vitalidad.
La enseñanza de la comprensión debe jugar un papel elemental en el
aprendizaje democrático. Puesto que no se conoce un camino realizado por el que
la humanidad va andando, sino que como va viniendo vamos viendo, es decir se
traza al andar, pero ¿es este el camino correcto? Si la humanidad no cambia
pues entonces no cambiara nada, y es allí, donde la educación principalmente
tiene que destacarse con las herramientas que posee.
En conclusion, la responsabilidad que asumimos los docentes en la
actualidad se encuentra plasmada de manera clara y precisa en el contenido del
libro de Edgar Morin, el cual fue realizado a modo de contribución hacia la
preocupación de la UNESCO por el tema de la educación y se hace evidente que
todavía nos falta un gran camino por recorrer puesto que nos encontramos en una
sociedad globalizada que a su vez ocasiona un mayor atraso a los países que se
encuentran en vía de desarrollo, tal es el caso de Venezuela y si no es efecto
directo de ello, si se presenta de manera más evidente el nivel de atraso en el
que se encuentra nuestro país en comparación a otros países que poseen un mayor
desarrollo. Los siete saberes plasmados en el texto son algunas de las
herramientas de las cuales podemos y tenemos la obligación de hacer uso los
docentes ya que asumimos el gran compromiso de llevar a cabo la labor de ser
facilitadores del proceso de aprendizaje y resulta inadecuado que en pleno
siglo XXI, el sistema educativo continúe siendo tradicional con técnicas que no
son congruentes con la realidad que se vive hoy día.
Morín, E. (1999)
Los Siete Saberes Necesarios para
la Educación del Futuro. Francia: UNESCO.
AUTORES:
Lcda. García Yulimar
Lcda. Olivar Jesenia
Lcda. Olivar Johana
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