Para hablar de Sociedad de la Información y del Conocimiento, es necesario tener antes una definición
clara sobre dichos términos. La UNESCO, en particular, ha adoptado el
término “sociedad del conocimiento”, o su variante “sociedades del saber”,
dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno
al tema, que busca incorporar una concepción más integral, no en relación
únicamente con la dimensión económica. Por ejemplo, Abdul Waheed Khan
(subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información),
escribe:
“La sociedad de la Información es la piedra angular de
las sociedades del conocimiento. El concepto de “sociedad de la información”, a
mi parecer, está relacionado con la idea de la “innovación tecnológica”,
mientras que el concepto de “sociedades del conocimiento” incluye una dimensión
de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así
como una perspectiva más pluralista y desarrolladora. El concepto de
“sociedades del conocimiento” es preferible al de la “sociedad de la
información” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios
que se están dando. (...) el conocimiento en cuestión no sólo es importante
para el crecimiento económico sino también para empoderar y desarrollar todos
los sectores de la sociedad”.
Por tanto, la sociedad de la información
hace referencia a la creciente capacidad tecnológica para almacenar cada vez
más información y hacerla circular cada vez más rápidamente y con mayor
capacidad de difusión. La sociedad del conocimiento, en cambio, se refiere a la apropiación crítica y selectiva
de la información protagonizada por ciudadanos que saben cómo aprovechar la
información.
La sociedad
del conocimiento presenta una serie de características en relación a diferentes
aspectos: en el ámbito económico se observa que los sectores de producción de
bienes pierden importancia en la estructura económica a favor del sector
servicios.
En cuanto a
las estructuras ocupacionales, se observa una creciente importancia de la educación,
que queda reflejada en el nivel de educación más alto de la población. Un
indicador es la transformación de las universidades como instituciones de elite
en instituciones de educación superior masificada. No obstante, en el debate
alrededor de la sociedad del conocimiento no está resuelta aún la cuestión de
si el progreso tecnológico es el causante del incremento de nivel educativo o
si el incremento del nivel formativo ha impulsado la innovación tecnológica y,
por consiguiente, la transición hacia la sociedad del conocimiento.
En el ámbito
cultural se han producido cambios profundos relacionados con un intenso debate
en torno a la globalización y al uso de Internet, que indica un profundo cambio
en los procesos culturales y las interacciones sociales relacionadas con el uso
de las nuevas tecnologías de información y comunicación y los avances en las
tecnologías de tráfico.
En
relación a lo antes mencionado podemos identificar como ventaja con respecto a
la sociedad del conocimiento, que la comunicación es cada vez más rápida y
eficiente, esto hace que estemos totalmente conectados a pesar de estar en
diferentes regiones, países o incluso continentes, ello se debe en gran parte a
la expansión que ha tenido en los último años la Internet con la
tecnología digital; como desventaja se puede mencionar, que el uso de las tics supone
una variedad de riesgos, como lo son:
ahondamiento de la brecha digital, cultural y generacional; la conversión en
transmicionista y consumidor de información, aumento de incertidumbre y la
obsolescencia del conocimiento entre otros. Estos riesgos deben ser asumidos
con responsabilidad para no sucumbir ante ellos.
Como
se ha comprobado en el pasado, por ignorar el potencial de desarrollo ofrecido
por el conocimiento se han cometido errores mayúsculos un enfoque más
participativo del acceso al conocimiento; La toma de conciencia de la riqueza
de los conocimientos de que dispone una sociedad exige una movilización de
todos sus protagonistas. Esa concienciación no debe limitarse a identificar lo
que hoy en día se ha convenido en llamar “conocimientos autóctonos” o
“tradicionales”, con vistas a su valorización o preservación específica. Las
sociedades del conocimiento solamente serán acreedoras de su nombre cuando el
mayor número posible de individuos puedan convertirse en productores de
conocimientos y no se limiten a ser meros consumidores de los que ya están
disponibles actualmente y una mejor integración de las políticas del conocimiento.
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